viernes, 10 de marzo de 2017

¿Amistades líquidas? No, gracias

Esta semana me han caído los dos patitos, y estas cosas (los cambios de año, septiembre, aniversarios) siempre me llevan a reflexionar bastante sobre el paso del tiempo. Últimamente, sobre todo, comienzo a notar su velocidad en las redes sociales: que si ya llevo siguiendo a esta persona seis años, a éste le perdí la pista, o este contacto que en whatsapp me daba horas de conversación que hoy apenas significa nada.

Y yo me pregunto.  ¿A dónde se llega con esto? Amistades líquidas de tiempos modernos, me diréis, claro. ¿Hasta dónde pueden trascendernos las relaciones digitales, si nos volcamos y adaptamos para que luego terminen siendo una foto de perfil tras la que olvidamos a la persona?

Nos acercamos a la frontera, y decidimos pasarla: Desvirtualizar. Desdigitalizar. O cervezas cara a cara, coño. El paso que marca un antes y un después. Y no hablo solo de desconocidos en línea, también su inversa: Conocernos en persona e intimar más adelante en la pantalla. Nos pueden salir amistades preciosas, historias perfectas separados por la altura de una grada, noviazgos (¡Bendito sea Dios!) o tuitnoviazgos (no, por favor 😂). Nos podremos llevar plantones que nunca esperaríamos, también. Destruir relaciones en una discusión sin filtro. O podemos esperar hasta que nos consumamos, con el objetivo cumplido, viendo los días y las conversaciones de besugos pasar. Personas desechables. ¿No tenéis a veces esa sensación?

Yo, personalmente, la odio. Ni tengo ni quiero tiempo para tener mil amigos íntimos, pero esta espinita me cruje un poquito. ¿Por qué estas personas que me aportan y me importan, se me agotan? ¿Perdemos la afectividad a través de la pantalla porque ésta no puede traspasarla? Espero que sepáis de lo que os hablo.

Yo os planteo que hagamos que nuestras relaciones sean de verdad. Que no se convierta en hablar mucho un mes, planeando un encuentro que luego nos eche a perder. Y no solo por internet. Hagamos reales nuestras amistades, conociéndolas y eligiéndolas de verdad. Cuidemos lo que tenemos para no lamentarlo, no dejemos que el orgullo, un malentendido o un doble check azul no correspondido lo jodan. Y si hay que mandar a la porra a un hater o troll, pues a la porra. Sin merecerle tiempo o indirectas, no alimentemos su arrogancia.

Pero sé real. Empieza por ti mismo. Conserva y atesora lo que compartas y aprendas del otro. Aunque conlleve dolor, también habrá que aprender de ello. ¿Puede alguien negarme el valor de un reencuentro casual, tiempo después de romper, en el que puedas rememorar con cariño, alegrarte, volver a conectar por un minuto...? Yo lo firmaba ahora mismo. Y no pienso en tuiteros o viejas glorias, vuelvo a pensar solo en Personas.


"Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". Jn 15, 13

viernes, 3 de marzo de 2017

No. Creo. En. Las. Casualidades.

Dos meses han pasado ya, desde que creé este espacio. Y hasta hoy no me he lanzado a estrenarlo, por ese respeto y chiribitas que acompañan a las citas importantes. Aunque las razones quedarán para otro momento.

Necesito desahogar que estamos perdiendo el norte. Me preocupa la cantidad de odio y bilis con la que estamos llenando las redes sociales estos días. Esa intolerancia no es un fenómeno nacido hoy, pero es que tiene el monopolio de la conversación a la altura de lo que fueron el ébola o Grecia en su momento. Sin apenas muestra alguna de respeto por ninguno de los contendientes.


Yo, por mi parte, me abstengo de abrir la boca más que para llamar a la misericordia (si es necesario os lo traduzco por reconciliación) y a la calma, que me parece lo más sensato que se ha podido predicar estos días. Como primera confesión del blog, voy a correr el riesgo de volver a recibir las etiquetas que ya me han caído otras veces, "por ser quién soy y lo que represento", vete tú a saber. Lo aceptaré, aunque sea anónimo en esa cajita de comentarios, mientras conlleve diálogo y respeto.


Pero mi quid de la cuestión, sin tomar parte, es el respeto. No aceptaré ni entenderé ningún bando que promueva el odio. Ante las etiquetas, que absolutamente todos parecemos, yo sólo veo y veré personas, con situaciones únicas que me impiden juzgar (porque no me corresponde) y generalizar (porque no somos una masa). Pensad si es fácil o no es una forma más positiva de tratarnos.


Y, sin enrollarme más, creo firmemente que no somos fruto de la casualidad ni del azar. Ni para lo bueno, ni para lo malo. No podemos predicar ni intentar vivir una Buena Noticia a la que demos la espalda cuando los tiempos no ayuden. Tampoco es que otras épocas hayan sido más fáciles, pero si la que se nos ha dado es ésta, será que nuestra misión es ser luz ahora. Todo tiene un sentido. Hagámoslo fácil y bien, por pequeño que sea. No puede ser imposible convivir.


"Tened la valentía de enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros". Papa Francisco, vigilia de oración en el Campus de la Misericordia. JMJ Cracovia 2016.