lunes, 15 de julio de 2019

Hola, hola, un, dos, tres

Voy a probar algo. Últimamente me retraigo con bastante frecuencia a recordar. Intento buscar algo que creo que antes tenía y ahora no tengo. Y temo profundizar más en la búsqueda, por no saber lo que puedo encontrar, la vergüenza ajena por el pasado, y perder un precioso tiempo cuando siempre habrá mejores cosas que hacer.

Hoy me avergonzaría de aquellos antiguos cuadernos de adolescente en la que me rayaba por amor (ya ni sé lo que es eso). También hay un blog lleno de telerañas en los que me desahogaba y exponía a tal nivel emocional, que hoy sería casi suicida por el daño que me podrían hacer con él. Tengo publicados casi veintiséis mil tuits en nueve años, que igual podrían impedirme ser concejal o sacarme los colores en el mundo profesional. Mi archivo fotográfico es tan amplío que puede convertirse en el terror de mis mejores amigos. Y es uno de mis tesoros. Pero escribir, ahora... ¿por qué me cuesta tanto y abandono las redes sociales,  con lo que yo era?

No dejo de extrañarlas por alguna extraña razón. Siento una llamada a comunicar que acallo cada vez que borro un tuit antes de darle a enviar. Por no ofender, por ser quién soy y lo que represento, porque sobre o por el que dirán...

¿Qué hago conmigo?

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